La Mujer en La Vida de Francisco


En un futuro difícil de pronosticar . me cuesta imaginar que la BBC pueda darse la enhorabuena por una primicia sobre el Papa Francisco que tenga que ver con una amistad duradera con una mujer, detalles de los cuales al parecer fueron ocultados por el Vaticano, enterrados en un archivo de biblioteca y pasados por alto por los historiadores.
Yo no intento aquí emitir un juicio sobre el descubrimiento de cartas íntimas y fotografías de la amistad que tuvo el Papa ‘Santo San Juan Pablo Segundo con Anna-Teresa Tymieniecka, una filósofa casada y Polaca como el – aparte de comentar que mi colega Británico no ha hecho ninguna sugerencia que los votos del celibato se rompieron , y la historia tal como ha sido expuesta debería haber sido conocida públicamente años atrás. Que no fue así, ha permitido al periodista de la BBC Ed Stourton justificar la publicación de su historia en base de razones éticas y de interés público, descargándose de cualquier otra responsabilidad . El hecho es que pesar de que Stourton insiste que su historia no implica nada más fuerte que una amistad que le “humaniza” el Papa Juan Pablo , su ‘primicia’ huele a escándalo y ha provocado un nuevo debate sobre la supuesta hipocresía del clero y la velocidad injustificada de una canonización. Tales son los peligros de daños a la reputación en la era digital.
Evidentemente, el periodismo de nuestros días se ha vuelto más sentencioso pero tenemos un Papa diferente. La transparencia y la rendición de cuentas han sido sellos distintivos del Papa Francisco y su relación con las mujeres ha sido un libro abierto a lo largo de su papado, después de haber sido objeto de escrutinio por sus biógrafos.
En mi biografía –Franciscus, El Papa de La Promese que publica esta semana la editorial Stella Maris- , trato ligeramente la correspondencia que según se dijo Jorge Bergoglio mantuvo a los doce años y en la cual prometió a su primero amorío que si no se casaba con ella, él se convertiría en un sacerdote. La historia fue contada por una jubilada en Buenos Aires llamada Amalia Damonte en el período inmediatamente posterior a la elección de Bergoglio como Papa.
La historia más tarde desapareció de los titulares con la misma rapidez con que había salido a la superficie. Nunca fue confirmada por el propio Francisco, pero según aclaro su hermana sobreviviente María Elena, la carta pudo haber sido un producto de la imaginación inofensiva de una anciana.
Más central en la narrativa de la vida de Bergoglio fue los muchos días que pasó ofreciendo consuelo espiritual a las prostitutas cuando ejercía de sacerdote jesuita en la ciudad Argentina de Córdoba, y denunciando, tras sus visitas a los barrios pobres de Buenos Aires, la injusticia de tráfico y abuso de las mujeres inmigrantes.
En las estrechas relaciones personales que desarrolló con mujeres , la que mantuvo con Clelia Luro fue sin duda alguna la más notable si se considera el hecho de que ella era una persona que desafio abiertamente la enseñanza dogmática de la Iglesia. Clelia era una madre separada con seis hijos. Se enamoró con el obispo de Avellaneda argentino, Jerónimo Podestá, durante la década de los 60, mientras trabajaba para él como su secretaria privada.
La pareja se casó en 1972 después de que Podestá fue despojado de su autoridad para celebrar la misa, confesar y ordenar sacerdotes. Durante el régimen militar que llegó al poder en Argentina en 1976, los dos se fueron al exilio ya a su apoyo a la teología de la liberación, los puso en riesgo de prisión, o asesinato.
Clelia se convirtió en una feminista radical, haciendo campaña a favor de las mujeres sacerdotes. Ella también estableció un grupo de apoyo para las mujeres, como ella, que sufrían al ser condenados y excluidas por las autoridades eclesiásticas por haber contribuido a romper el celibato clerical..
En el año 2000, dos años después de Bergoglio había sido nombrado arzobispo de Buenos Aires, y de que Podestá se encontrántrase de vuelta en Argentina con Clelia, este fue diagnosticado con cáncer terminal. Unos días más tarde Podestá fue hospitalizado por última vez. Nadie de la Iglesia argentina se acercó a Clelia para ofrecer apoyo- nadie, salvo, Bergoglio.
El futuro Papa llamo a Clelia tan pronto como escuchó la noticia del enfermedad y llegó al hospital cuando Podestá ya estaba en coma. Bergoglio sostuvo la mano de su amigo, ungió la frente de Podestá con aceite vegetal puro y oro palabras de consuelo, paz y coraje, perdonando sus pecados. A Clelia no la dejó ninguna duda de que ella estaba en la presencia del Espíritu Santo, que traía consigo la confianza en un Dios benigno, y forjó una amistad duradera con Bergoglio.
Durante los doce años siguientes Clelia y Bergoglio se vieron cada cierto tiempo, aunque de forma irregular. Mantuvieron una estrecha amistad gracias a la llamada que recibía de Bergoglio cada domingo en su teléfono móvil, iniciando una conversación que a menudo duraba casi una hora.
Ocho meses después de la elección del Papa Franciscus, ella murió. En uno de últimos contactos con su viejo amigo, Celia envió a Francisco una copia firmada de un libro de memorias que había escrito con Podestá acerca de sus cuarenta años de vida de casados, unidos por el amor y la convicción moral, social y política que el celibato debería ser opcional en la Iglesia católica .

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